“Se habla de transición como si hubiera una casilla de salida y otra de llegada, pero hay muchas opciones”

Viruta es une cantautore no binarie transfeminista y lleva años escribiendo canciones cargadas de reivindicaciones políticas sobre los derechos del colectivo. Por su trayectoria vital, afirma que ha pasado por varias de las letras del colectivo, lo que le ha llevado a vivir diferentes realidades y discriminaciones. Recibió el Premio Pluma en 2018 por su visibilidad y activismo. 

Eres un referente en el mundo del activismo LGTBI+, ¿qué te llevó a adentrarte en el activismo? 

Creo que la palabra referente me queda grande. Cuando empecé a hacer canciones era una chica lesbiana con pluma, entonces no era trans y no tenía referentes. Mi activismo consistía en ir al 8M y al Orgullo a reclamar mis derechos y los de mis compañeras. En aquel momento, el contenido de mis canciones era amor romántico de lesbiana llorona. Pero hace once años transité y fue cuando entré en el activismo y cuando mis canciones empezaron a ser activistas. 

Con mi transición vinieron muchos cambios, fue un viaje enorme y mis canciones hablan de ello y del contexto LGTBI+. Fue ahí cuando me convertí en referente y activista. En ese momento me metí en asambleas, conocí a más masculinidades trans, organizamos el octubre trans, stop depathologization cogió más fuerza y se logró borrar la transexualidad del DSM. 

Todo este recorrido ha venido conmigo, mientras cantaba y escribía canciones de nuestros márgenes, de nuestras luchas, de nuestras alegrías y de nuestra gente. 

¿Qué ha cambiado desde que empezaste en el activismo hasta el día de hoy?

No imaginé cuánto iban a cambiar las cosas en la última década. No todo ha cambiado por completo, pero han habido muchas transformaciones.

Actualmente, vivo una realidad trans y me atraviesan unas vivencias concretas. Antes vivía una realidad lesbiana, y experimentaba otros hechos. Ahora solo soy un chico bajito; esto significa, por ejemplo, que cuando subo a un vagón de tren, la gente solo piensa que un chico bajito entra al tren, pero antes era un bollazo visible. 

Ahora formo parte de la realidad trans y, por suerte, la imagen de las personas trans ya no es uniforme. La imagen popular solía asociarse con trabajadoras sexuales y con representaciones degradantes de  personas desafortunadas. La visibilidad de les niñes trans ha sido revolucionaria y ha aparecido en todas las casas, de derechas y de izquierdas. Ahora vemos a mujeres trans empoderadas, trabajadoras sexuales o no, sonrientes y orgullosas de sus vidas. También vemos masculinidades trans que desafían los estereotipos. Esto solo ha sucedido en la última década, y aunque puede parecer una medida de discriminación positiva o forzar la presencia, creo que es necesario para luego poder dejar de hacerlo.

¿Cuál crees que es el mayor reto del colectivo a día de hoy? 

Creo que nos enfrentamos a una oposición que no proviene de una sola persona, sino de una ideología conservadora que considera que estamos yendo demasiado lejos. Esta ideología sostiene que los derechos que hemos alcanzado no son para nosotres, y que deberíamos volver a ser de una forma más tradicional, retroceder en el tiempo. 

Nosotres no queremos ser unas personas cuquis que caigamos bien y entremos por el ojo y la oreja de las personas. Puede ser una estrategia, pero no es la mía. Tenemos derecho a ser imbéciles y delincuentes, igual que el resto de las personas. Tenemos derecho a estar en el mundo como el resto de la gente. 

De momento estamos tratando de caer bien, de ser amables, didáctiques y conciliadores con la gente que nos ataca. Y me refiero a las personas de la ultraderecha y a feministas transexcluyentes. 

Es un reto inesperado y completamente innecesario porque nosotres queríamos abrazarnos al feminismo. 

Eres una persona LGTBI+ visible. ¿Has sufrido, en alguna ocasión, un episodio de LGTBIfobia? ¿Cómo sobrellevar la situación? 

Como he comentado antes, por mi trayectoria vital he sido todas las siglas. He sido L, G, T y B. Por lo tanto, en cada una de ellas he sufrido las fobias inherentes a esa letra. Me han tirado piedras, me han pegado, me han agredido sexualmente, me han insultado y me han puesto verde en redes. 

En cada ocasión he reaccionado de una manera distinta y entiendo que a lo largo de la vida podemos cambiar de pensamiento y de manera de actuar. De más joven era más vehemente y cuando me insultaban de seguida me giraba y peleaba; luego pensé que por callar un poco no pasaba nada; también he combatido a través de las canciones y ahora he encontrado un equilibrio. 

Es cierto que ahora gozo de grandes cuotas de normalidad y es cuando menos violencia recibo. Estoy un poco asustado porque nunca he sido tan normal. Es muy cómodo, pero no sé si es mi zona de confort. Por ejemplo, en mis actuaciones he enseñado el cuerpo porque mi visibilidad era importante para mí.

¿Cómo se relacionan tus canciones con tu realidad?

Mis canciones están atravesadas por mi realidad. Es muy raro que yo componga una canción que pueda resonar a una persona cishetero. Mis canciones se basan en mí, e incluso cuando hablo del amor lo explico desde mi posición política de ver la vida. 

En otras entrevistas afirmabas que tus canciones son cada vez más feministas e integristas. ¿Qué significa? 

Integrista se asocia a algo radical y estático. Me gustan palabras como feminazi, palabras bravas que chirríen. Es una reapropiación de un insulto. Como, por ejemplo, ahora usar transfeminista, para alejarnos de feminista que se ha manchado por personas rancias. Aunque es cierto que ahora estoy en un momento muy conversador y estoy dispuesto a tener conversaciones con feministas transexcluyentes. Supongo que he ido flexibilizando mi manera de pensar para poder crecer. 

¿Cuál crees que debería ser la relación entre el feminismo y el colectivo LGTBI+?

Me encantaría que fuera un abrazo-fusión. Seré feminista hasta que me muera, y creo que ahora es el tiempo de las mujeres. ¡Vaya momento he elegido para dejar de ser una de ellas!

Las personas trans echamos para adelante y para atrás, y está bien. No puedes no dudar nunca de nada. De lo único que no he dudado es del feminismo. Como dicen mis compañeras de Maldito Bollodrama, la raíz de la homofobia es el patriarcado. El enemigo no es un hombre ni los hombres cis. El enemigo es la idea que para ser un hombre cis hetero tienes que cumplir con ciertos estándares. 

El feminismo y el colectivo LGTBI+ deberían caminar de la mano y trabajar conjuntamente, como ha pasado durante mucho tiempo. Quiero pensar que esto es solo un trozo de la historia y que luego nos dará vergüenza. 

Has tenido dualidad de pensamientos durante tu transición. ¿Cuáles eran?

Yo veía que mi realidad no coincidía con la de las demás personas trans. Yo jugaba con muñecas, me gustaban las faldas, odiaba el fútbol, pero también me corté el pelo y no me sentía cómodo vendándome los pechos. Empecé a dudar de mi propia validez como persona trans, y empecé a dudar de hacia dónde quería ir y de si quería llegar a algún sitio. 

Se habla de transición como si hubiera una casilla de salida y otra de llegada, pero hay muchas opciones. En aquel momento no se hablaba de las identidades no binarias, que es un estado de duda maravilloso en el que vivo. De lo único que no tengo duda es que la vida es una duda permanente. 

Si hubiera podido, me habría encantado poder dejarme los dos nombres. Lucas Platero es uno de mis referentes y él logró ser lo suficiente antisistema para conservar su nombre de antes y su nombre actual. Evidentemente, es algo que atraviesa la variante de la clase: si tienes posibles, si eres español y blanco, si no vas a tener problemas burocráticos o de fronteras, puedes tener barba y llamarte María Jesús. 

Mencionas a los referentes. ¿Por qué crees que son importantes? 

Nadie puede querer ser o puede desear algo que no ha conocido o no sabe que existe. Para estar en este mundo tenemos que ver reflejos de lo que somos, de lo que queremos, de nuestros anhelos. Nuestros referentes son gente que está viva, sana, o quizá se ha muerto, pero estuvo en este mundo para enseñarnos a ser. A ser felices. 

¿Quiénes han sido tus referentes?

Mis referentes han sido mis amigos y han llegado después de mi vivencia. Durante la transición no me veía reflejado en otras personas de mi alrededor. Quizá, como máximo, me veía reflejado en adolescentes de Estados Unidos que habían iniciado la transición y lo contaban en internet.

Otro de mis referentes es Paul B. Preciado, que me ha ayudado a entender que mi trayectoria vital no estaba mal y que no tenía que ser como el resto para que mi vivencia fuera válida. 

¿Qué le dirías a alguien que está pensando en visibilizarse, pero aún no lo ha decidido del todo?

A día de hoy le diría que no lo haga si no lo necesita.En el pasado le habría dicho que la visibilidad es importante y que todo el mundo debería ser visible. Ahora entiendo que cada vida es un mundo y no todas las personas quieren o necesitan hacerlo. 

De todos modos, sigo opinando que la visibilidad es necesaria. Además, igual que pasa con las personas con VIH, creo que no hay un mejor momento en la historia que ahora y aquí para mostrarse. 

Así pues, si no necesita hacerlo que no lo haga, pero que sepa que si lo hace, estaremos aquí para recibirle con los brazos abiertos. 

En la gala de los Premios Plumas y Látigos también se entrega un Látigo, que es para aquella persona, organización u obra que más haya contribuido al detrimento de los derechos del colectivo. ¿Quién crees que lo va a recibir este año?

Se lo daría a Ana Rosa Quintana. Mediaset era una manera para que nuestras madres cisheteras vieran a personas LGTBI+, pero ella ha ocupado toda la parrilla y mi madre ha dejado de ver a gente del colectivo.