«La primera vez que llegué a un centro educativo no era nada visible, pero salir del armario y ayudar al alumnado merece la pena»

La primera vez que David Armenteros entró a un instituto como docente estaba convencido de que solo tenía que hablar al alumnado sobre problemas matemáticos. Pero se convirtió en activista LGTBI+ porque un día se indignó y decidió visibilizarse con toda la clase. Actualmente es el coordinador de Educación en la Federación Estatal LGTBI+ y forma parte de la comisión del año temático de Educación en Diversidad. 

 

El lema del Orgullo Estatal es: Educación, Derechos y Paz: Orgullo que transforma. ¿Qué transforma la educación?

La educación lo transforma todo. Es una etapa decisiva para todas las personas y ocupa mucho tiempo de su vida. Es fundamental porque es donde se construyen las personas. Por eso, el trabajo que hacemos en educación es tan importante, porque estamos inculcando valores fundamentales para vivir en sociedad. Para mí, la educación lo es absolutamente todo.

 

A grandes rasgos, ¿cuál es la situación actual de la educación en términos de inclusión y diversidad LGTBI+ en España? 

Hay mucha diferencia entre comunidades autónomas porque algunas tienen una legislación concreta. En los estudios que hemos hecho en la Federación Estatal LGTBI+ se nota que hay diferencias entre comunidades autónomas. Pero en España somos muy afortunados porque con la Ley Estatal LGTBI, que se aprobó el año pasado, tenemos una legislación en la que se habla de trabajar la diversidad en las aulas. Pero falta implementarla y depende de cada comunidad autónoma. De todos modos, es cierto que, por parte del profesorado, se notan cambios: los profesores están muy interesados en avanzar en estos temas y hay movimientos de docentes que hacen que esto vaya avanzando. Eso es lo que nos ilusiona a todas.

 

Quizá desde que íbamos al colegio o instituto han habido cambios. ¿Qué cambios, en materia de diversidad e igualdad, has observado en los últimos años?

Creo que la visibilidad es bastante mayor. Ahora encuentras al alumnado del colectivo que es más visible. Cuando yo estudiaba no éramos nada visibles. Tampoco encontrábamos un profesorado con el que te pudieras identificar o que te hiciera sentir seguro para sentirte libre y poder visibilizarte. Yo creo que esto ya está cambiando.

De primeras, el profesorado con el que trabajo me hace sentir súper contento como compañero, también porque es fácil que los alumnos sean visibles y a mí también se me hace fácil ser visible. En cuanto al alumnado, ves que hay cambios.  Sin embargo, estos discursos de odio que están surgiendo por parte de la extrema derecha se están notando y están llegando al alumnado, y parece que, en cierta parte, pueda haber un retroceso.

Aun así, me encanta ver a mi alumnado LGTBI+ ser visible, cómo les encanta ser visibles y cómo se defienden. Es bonito poder trabajar con ellos.

 

¿Te has encontrado con profesorado aliado? 

La primera vez que llegué a un centro educativo no era nada visible y ni me planteaba serlo porque creía que era un trabajo “y ya está”. Me acuerdo que, en la sala de profesores, estábamos a punto de empezar un puente y una compañera me dijo: «Que lo pases muy bien con tu novia, o con tu novio». Me sorprendió. Fue un detalle muy simple, pero que me hizo sentir seguro en el lugar donde trabajo.

 

¿Cuál es su rol del profesorado aliado?

Ahora estamos llevando a cabo espacios seguros para el alumnado LGTBI+. Trabajamos en días mundiales y en otras iniciativas, y ves que esos compañeros se unen a ti, toman la iniciativa o quieren aprender y tienen interés por conocer cómo es el colectivo, las reivindicaciones, por qué sentimos que nuestros derechos no se han conseguido del todo. Y cuando están con su alumnado también muestran la iniciativa de querer ayudar a sus alumnos…

Este trabajo no lo podemos hacer solo los profesores del colectivo, necesitamos al resto, a las aliadas.

 

¿Y qué estrategias utilizas para crear un ambiente inclusivo en tu aula?

Yo en matemáticas ya lo tengo incluído. Mis compañeros a veces me dicen que requiere mucho trabajo, pero no es necesario hacer cosas complicadas. Necesitamos que el centro educativo sea un sitio seguro, y para ello no es necesario organizar fiestas o eventos muy rimbombantes o complicados. Son las pequeñas cosas las que marcan la diferencia.

Defiendo mucho que seamos visibles, no solo el profesorado LGTBI+, sino también los aliados. Que seamos visibles de alguna forma. Desde el primer día que pasas lista y preguntas por los pronombres, porque es un pequeño detalle que no nos lleva tiempo y marca una diferencia porque los alumnos pueden sentirse seguros. No tienes que pertenecer al colectivo, pero visibiliza que eres aliada y el alumno sabe que puede hablar contigo de ciertas cosas. 

También se puede participar en las cosas que se hagan en el día a día, visibilizar el colectivo en fechas señaladas y visibilizar realidades que están excluidas y no se están mostrando.

 

¿Cómo reaccionan tus alumnos cuando hablas sobre temas LGTBI+ en clase? 

Hay de todo. En los centros educativos tiene que haber todas las realidades, y pasa de todo. Yo ahora me visibilizo desde el primer día. Llevo mi pulsera en la muñeca y en la mochila. Y puede que te encuentres el alumno que te mira un poco mal y al día siguiente aparece con una pulsera de cierto partido político. Pero no hay ningún problema cuando me toca en clase hablar de esto o cuando planteo un problema relacionado con las banderas LGTBI+ en matemáticas. Los alumnos tienen curiosidad, les explicas cosas que ellos no conocen y al final aprenden y te dan las gracias: «Oye, yo no sabía esto, yo pensaba que…». Les rompes mitos que les han llegado por las redes sociales y les cuentas una realidad que no tienen cercana en algunas ocasiones. 

 

¿Las familias reaccionan de manera parecida?

Con las familias solo he tenido reacciones súper positivas. Siempre que me he visibilizado he estado súper feliz. Conozco casos de centros en los que una familia no ha reaccionado así, pero son cosas muy puntuales. 

Desde que incluí en matemáticas este tipo de educación, que además es obligatoria por la ley LOMLOE, la reacción de los alumnos es súper positiva, y van a sus casas y lo cuentan porque les parece interesante. Las familias te lo agradecen porque quizá tampoco conocen estas realidades y no saben lo que hay. Sus hijos se lo cuentan en casa, ven lo ilusionados que están por aprender, ven que aprenden de la vida, que es para lo que están en el sistema educativo, y te dan las gracias. Te dan las gracias por haberlos educado en valores que serán interesantes para ellos. Me hacen muy feliz los mensajes de las familias y de alumnos que están en la universidad y que te dicen»¡Ay, David nos acordamos mucho de ti!». La verdad es que es muy bonito.

 

Has comentado que al principio no te visibilizabas en el aula. ¿Cuándo cambió?

Un activista un día me dijo: «somos activistas porque en algún momento nos indignamos». Y hubo un momento en que me indigné. Me pasó que, entrando en una clase después del recreo, pedí los deberes y una alumna se echó a llorar. Esta chica era lesbiana visible, y en el recreo algunos compañeros le dijeron que ojalá cuando tuviera hijos les pegaran una paliza cuando fueran al colegio por tener un madre lesbiana. 

Eso a mí me rompió. Fue una situación muy desagradable, ella estaba llorando muchísimo. Salimos fuera de la clase para poder hablar con ella y en ese momento me visibilicé ante ella. Me daba cuenta que consolarla y decirle «te entiendo, es horrible» me parecía muy poco. Le dije: «te entiendo, porque el profesor que tienes aquí delante es gay. Y entiendo perfectamente lo que te está doliendo, lo mal que lo estás pasando…» 

Pero al día siguiente me visibilicé con toda la clase porque había un trabajo que hacer con todo el grupo. El problema no lo tenía esa alumna, el problema lo tenía el grupo. Había un odio hacia el colectivo que había que romper. Había que hacer algo rápido para romperles, para que se dieran cuenta de que lo que estaban haciendo era completamente equivocado, que tenían unas ideas preconcebidas muy equivocadas. 

Pasé de la clase de matemáticas, los senté en círculo y decidí decirles que el profesor que tenían delante era gay. «Chicos, soy gay, ha pasado esto en el colegio, y me duele una barbaridad porque lo único que entiendo es que, según vosotros, cuando salga por la puerta merezco que me den una paliza, porque es lo que le habéis dicho a vuestra compañera. Entonces, yo que soy del colectivo, ¿no me merezco tener hijos? ¿No me merezco…?» Entonces, yo también les pregunté: «¿soy el mismo profesor para vosotros?». 

Quería que supieran que un profesor, que una persona a la que respetaban, que me leían como heterosexual, en realidad era gay. Ahí es donde rompí los esquemas, se dieron cuenta del error que habían cometido y que muchos estereotipos que tenían eran equivocados, que era una salvajada y que a mí me estaba doliendo mucho. Tuvimos tiempo para hablar, para que pudieran expresarse, y ahí decidí romperlo todo. 

Es una decisión de la que no me arrepiento, porque yo eso se lo conté en la intimidad y les dije: «Chicos, esto es una confidencia que os voy a hacer, no quiero que salga de aquí, porque nadie más sabe que soy gay y no quiero que lo sepa». Pues ese día, tres horas después, alumnos a los que no daba clase me daban la enhorabuena por haberme visibilizado. La noticia corrió por todos lados. Eran mensajes de agradecimiento, de «¡qué bien!», te decían que ellos también pertenecen al colectivo y que tenían menos miedo. 

Es una decisión de la que no me arrepiento, a pesar de que puedan llegar mensajes de odio por redes u otros lados. He ayudado a más alumnos de los que me podía imaginar y el hecho de que yo estuviera ahí les ha ayudado a encontrarse a sí mismos. 

 

Esta visibilización partió de un caso de acoso contra una alumna lesbiana. ¿Cómo se pueden manejar situaciones de discriminación o bullying hacia estudiantes LGTBI+?

Como profesores, contamos con los departamentos adecuados: está el departamento de orientación y los tutores. Cuando pasan estas cosas, trabajamos en equipo. Aunque yo tomé la decisión de visibilizarme, hablé con la tutora para avisarle de que iba a hacerlo porque yo no me quería conformar con una charla o que se abriera un parte. Son medidas disciplinarias necesarias, pero hay algo más. No creo que debamos ceñirnos al castigo y quería que aprendieran.

Hay protocolos necesarios y tenemos departamentos de orientación que nos pueden ayudar a gestionar todo esto, y contamos con la dirección del centro, que tiene que trabajar en ello. Es un trabajo en conjunto, es la comunidad educativa y trabajamos en equipo. Herramientas tenemos más que de sobra. Las asociaciones ayudan en lo que sea necesario. En la FELGTBI+ tenemos las campañas de vuelta al cole intentando abarcar alguna inquietud, algo que vemos que hay que hacer. Esos materiales son para trabajarlos en las aulas. Además, los movimientos de profesores se unen para hacer actividades y todo eso ayuda un poco a luchar contra todo esto y romper estereotipos que están creados. Entonces, hay recursos en todos los lados en el sistema educativo para poder hacerlo. ¿Es difícil adelantarse a eso? Sí, pero hay que intentarlo y no mirar hacia otro lado.

 

Cuando saliste del armario con el grupo y luego en el pasillo te daban la enhorabuena por haberte visibilizado estabas siendo un referente. ¿Qué significa ser referente para ti?

Referente me parece muy pretencioso. Cuando pasó esto yo decidí visibilizarme y luchar. Pero hay docentes a los que también les pasa esto, es más habitual de lo que pensamos. Siento que somos algo necesario para los alumnos, no que sea un referente, sino que soy una persona que necesitan que esté ahí. 

Cuando te viene un alumno y te dice «soy bisexual», «gay» o «lesbiana» es que hay algo más, algo está pasando. El problema no es que sean LGTBI+, el problema es que te cuentan eso porque hay algo que no les hace sentir bien consigo mismos. Ahí es donde está el problema. Y que vengan y acudan a ti es porque les das esa confianza. Soy esa persona en la que pueden confiar, que puede ayudarles a gestionar ese problema que tienen. Como adulto tengo las herramientas para poder valorar el problema y que podamos solucionarlo. Es muy difícil y complicado, pero al final las personas que estamos ahí y que somos visibles, y las personas aliadas, son súper necesarias. 

He podido pensar muchas veces y cuestionarme la decisión que he tomado cuando te vienen mensajes de odio por redes sociales, por mensajes que te sacan tu material y lo que hago, y te dicen que lo que hago es horrible. Te cuestionas: ¿esto que hago debería hacerlo? ¿Me callo y me limito a hacer mi trabajo? Pero es que al final te llega un mensaje de un estudiante que te cuenta que lo que has hecho le está ayudando y te da las gracias porque has estado cuando le ha hecho falta. Y esto es lo que merece la pena.