Luisa Notario se adentró en el activismo en el año 2000, después de aceptarse como lesbiana y salir del armario tras una adolescencia marcada por la falta de referentes. Fue la primera Coordinadora General de Lambda València y también formó parte de la ejecutiva de la Federación Estatal LGTBI+. Actualmente es concejala en el Ayuntamiento de València por Compromís.
¿Cómo empezaste en el activismo? ¿En qué momento te consideras activista?
Después de vivir mi propio proceso y ahora, a mis 56 años, pertenezco a una generación que vivió la adolescencia y juventud sin referentes. Pensaba que era la única lesbiana en el mundo, viviendo en soledad y con mucha angustia porque no me veía representada en ningún sitio. De hecho, esto es una anécdota que cuento muy a menudo porque no sabía ni cómo identificarme. Descubrí la palabra «lesbiana» cuando ya había entrado en la adolescencia, a los 16 o 17 años. Es triste vivir esa situación. Soy una de esas personas a las que les robaron la juventud y adolescencia. No tuve una adolescencia como la que tuvo mucha gente de mi generación.
Fueron pasando los años y, cuando ya pasé mi propio proceso de combatir mi propia LGTBIfobia o lesbofobia interiorizada, de situarme un poco en la vida y en mí misma, y de tener claro quién era, salí del armario con mi familia y mi entorno a los 29 años. Poco tiempo después, decidí que me iba a implicar de una manera muy activa en el movimiento LGTBI+, porque no quería que otras personas vivieran todo el sufrimiento que yo había vivido.
Entonces, me impliqué en el movimiento LGTBI+ ya mayor, en el año 2000, hace casi 25 años. Y lo hice en Lambda, que es la asociación de mi ciudad, València. Entré como voluntaria en el grupo trans, que en aquel momento se llamaba el Grupo de Identidad de Género y Transexualidad. Lo hice en el grupo trans porque era la realidad que más desconocía, la más invisibilizada y discriminada, y era una forma de conocer una realidad que para mí era absolutamente desconocida.
Ahí pasé unos cuantos años, aún conservo amigas y amigos de aquella época. Fue todo un descubrimiento y un aprendizaje. Así fue como empezó mi activismo en el movimiento LGTBI+.
¿Y cómo fueron tus inicios en política?
Pasé muchos años en Lambda. Todo mi activismo fue desde el voluntariado. Jamás he ocupado un puesto remunerado en el activismo LGTBI+, jamás.
Después de unos cuantos años en Lambda, en 2005, surgió la posibilidad de convertirme en coordinadora general. Sería la primera mujer en asumir la máxima responsabilidad de la asociación, considerando que Lambda existe desde 1986 y estamos hablando de 2005. Estuve en ese cargo hasta 2009, unos años muy importantes para el movimiento LGTBI+ porque se aprobó el matrimonio igualitario y la primera ley de identidad de género en 2007.
Después de eso, pasé a la Federación Estatal LGTBI+ y estuve en la ejecutiva. Puse en marcha la primera área de familias, hacia donde reorienté mi activismo porque estaba en la fase de ser madre. Un tiempo después, junto con otros compañeros y compañeras, decidimos ocupar espacios políticos para poder trabajar desde dentro de las estructuras políticas las políticas LGTBI+. Entré en Compromís que es mi partido, y actualmente soy concejala del Ayuntamiento de València.
Has hablado de la falta de referentes que tuviste y de la importancia de la visibilidad. ¿Quiénes fueron tus referentes?
Una de las cosas que arrastramos las mujeres lesbianas es la invisibilidad. De hecho, hasta hace muy poco, son muy pocas las mujeres lesbianas españolas que podemos citar. Mis primeros referentes activistas fueron Boti García Rodrigo y Empar Pineda. Recuerdo con mucho cariño cuando conocí a Boti, que para mí había sido ese modelo y ejemplo a seguir. Todavía recuerdo la admiración que sentía por ella porque era ese espejo donde podía mirarme. A día de hoy, somos muy amigas.
Aquí, en España, siempre que hablábamos de mujeres lesbianas referentes, teníamos que mirar hacia Estados Unidos. Mencionábamos a Ellen DeGeneres o a algunas tenistas, pero nos quedaban muy lejos. Aquí, más allá de las activistas que hemos puesto nuestra vida, nuestra cara, nuestro cuerpo, nuestras intimidades en la esfera pública para animar a otras a ser visibles, no existían muchas mujeres lesbianas visibles.
Pero, ¿qué significa ser visible?
Ser visible es la mayor herramienta que tenemos y hemos tenido en el movimiento LGTBI+ para conseguir desmontar mentiras, mitos, estereotipos, para ponernos en la esfera pública y política, y para poner nuestras reivindicaciones y nuestra diversidad en los discursos y en el imaginario colectivo. La visibilidad ha sido fundamental para crear referentes y sigue siendo crucial para que los jóvenes LGTBI+ tengan un espejo donde mirarse y sean conscientes de que, más allá de ser LGTBI+, pueden ser muchas otras cosas más.
¿En qué ámbitos continúa la invisibilidad de las mujeres lesbianas en 2024?
El otro día celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica y asistí a una actividad en València. Les recordaba que en 2008 algunas mujeres del área de políticas lésbicas de la FELGTBI+ nos planteamos impulsar este día y redactamos un manifiesto con una serie de puntos y reivindicaciones que, hoy en día, si lo retomamos, seguirían vigentes.
Al final, las mujeres lesbianas somos mujeres y, como tales, hemos tenido y tenemos que reivindicar nuestro espacio. El hecho de que la «L» esté en primer lugar no es una casualidad. Es parte de una exigencia y reivindicación hacia nuestros compañeros.
Has hablado de la situación en centros de salud y, en especial, en atención ginecológica. ¿Por qué?
Es un déjà vu constante, a veces es muy frustrante porque pasan los años y, aunque evidentemente hay avances, en algunas cosas parece que todo sigue igual, especialmente cuando lo vives tú misma. Hace no mucho estuve en una revisión ginecológica. La situación para las mujeres lesbianas, y también para los hombres trans, es problemática. Hablando de mujeres lesbianas, el problema es la presunción de heterosexualidad. Cuando esa presunción borra lo que eres, tu identidad, tus prácticas, y tu manera de vivir, al final, ¿qué ocurre? Te están discriminando porque no te están viendo, porque no formas parte de ese sistema.
Cuando vas a hacerte una revisión ginecológica y, ya con la edad que tengo y los años de experiencia, intento que la gente reflexione. Por ejemplo, cuando te dicen: «¿Tienes hijos?» Respondes: «Sí.» Entonces preguntan: «¿Fue por cesárea?» «No.» «¿Parto natural?» «Tampoco.» «¿Y entonces? ¿Cómo fue?» No se plantean que quizá tu hija no es biológica, que no la tuviste tú, que la tuvo tu mujer, o que podría ser adoptada. Al final, les haces reflexionar y les dices: «Es que tú me preguntas si tengo hijos, y sí, tengo una hija. Quizá deberías cambiar la pregunta.» Y así seguimos, y cuando haces la reflexión te dicen: «Ah, ostras, es verdad.»
De verdad, seguimos en la misma situación, teniendo que explicar siempre lo mismo. Tenemos que explicar que las mujeres deben formar parte activa de todos los escenarios, y parece ser que sí, que todavía tenemos que seguir explicándolo como mujeres y como mujeres lesbianas. Todavía hay muchos campos en los que no se nos tiene en cuenta. La representación LGTBI+ más fácil es poner la normatividad. ¿Y cuál es la normatividad en lo LGTBI+? El hombre gay joven, blanco, musculado, estupendo. Claro, eso es lo más fácil, pero la realidad LGTBI+ es mucho más que todo eso, afortunadamente.
El año temático de FELGTBI+ está dedicado a la educación en diversidad, y ha sido un tema que has tratado. ¿Cuál es la situación?
Nuestros hijos, hijas e hijes viven la misma situación que nosotros y nosotras nos hemos podido encontrar. Al final, lo más importante es la falta de representación. Para ellos y ellas, es crucial verse reflejados y encontrarse en los cuentos, en los libros de texto, que su realidad no sea una realidad excluida. Por eso es tan importante reflejar la diversidad familiar en todo el ámbito educativo, no solo por las familias homoparentales o LGTBI+ en general, sino por toda la diversidad familiar que existe.
Afortunadamente, vivimos en una sociedad con muchas opciones de familias diferentes, y para un buen desarrollo de los niños y niñas, es fundamental que sientan que forman parte de esta sociedad.
Continuando con las reivindicaciones: has escrito que el movimiento LGTBI+ se ha caracterizado por su coherencia y serenidad en las reivindicaciones. ¿Cuáles crees que son las principales reivindicaciones en la actualidad?
Creo que una de las principales reivindicaciones es señalar y denunciar los discursos de odio, que han supuesto un incremento de los delitos de odio. Podemos decir que estos discursos de odio se han institucionalizado, y esa institucionalización es muy peligrosa porque nos pone una diana: la diana de la legitimidad de la discriminación contra personas LGTBI+ solo por serlo.
Últimamente, estamos asistiendo a situaciones terribles. Hace unos días, una niña trans en un pueblo de Granada fue golpeada y quedó inconsciente con solo 13 años. Y el caso de Samuel es el típico. Aquí en València hemos vivido situaciones espeluznantes, algo que no se veía de manera tan evidente y clara desde hace años. Esto es una consecuencia de cómo los discursos de odio se están instalando de una manera muy normalizada en las instituciones y en la sociedad. Antes, esos mismos discursos no eran políticamente correctos, y la gente se cuidaba mucho de señalar o burlarse de personas LGTBI+. Ahora eso está cambiando, y es muy peligroso porque nos pone en una diana.
Las estadísticas de los delitos de odio muestran cómo estos siguen incrementando en general y cómo las personas LGTBI+ normalmente encabezamos esas listas. No es casual, es el producto de esos discursos de odio.
Desde el movimiento asociativo se está trabajando en empoderar a la gente, en empoderar a las personas y decir que esto no es normal. Hemos normalizado nuestras vidas, pero algunos todavía piensan que, como eres diferente, mereces ser discriminado. Esto nos ha pasado, sobre todo, a la gente de mi generación: normalizamos que no éramos «normales» y, como no lo éramos, pensábamos que merecíamos ese trato. Afortunadamente, se ha trabajado en empoderar y en denunciar estas agresiones, sea cual sea la forma que tomen.
¿Cuál crees que es la relación actual entre el feminismo y el colectivo LGTBI+?
Soy una firme convencida de que los principios básicos del movimiento LGTBI+ se sostienen sobre el feminismo. Si no fuera así, me costaría mucho estar en este movimiento. Esto lo digo desde el principio porque, sobre todo, soy mujer. El movimiento LGTBI+ se sustenta sobre el feminismo.
A partir de ahí, el feminismo para mí es una lucha por la igualdad de todas las mujeres. Cuando digo todas las mujeres, me refiero a todas las mujeres. Esto lo hemos vivido las mujeres lesbianas desde los años 80. El otro día, con una compañera activista lesbiana, le dije: “Carai, fíjate cómo históricamente las mujeres lesbianas han liderado la lucha por el aborto.” Las mujeres lesbianas hemos luchado por los derechos de todas las mujeres. Sin embargo, hace unas décadas, si estabas ahí luchando por el aborto, bien, pero no te signifiques como lesbiana, no sea que piensen que todas las demás somos lesbianas.
El feminismo no es eso para mí. El feminismo es inclusivo. Todas cabemos. Cuando digo todas, son TODAS, en mayúsculas: todas las mujeres, sea cual sea su clase social, todas las migrantes, las bolleras, las racializadas, las trans, las bisexuales. Para mí, el feminismo es inclusivo. Desde mi punto de vista, no hay ningún problema entre el feminismo o la lucha por la igualdad de todas las mujeres y el movimiento LGTBI+. Es una simbiosis desde siempre, desde el nacimiento del movimiento LGTBI+.