Charo Alises es la presidenta de la Asociación LGTBI+ Ojalá de Málaga, entidad Federada de la Federación Estatal LGTBI+ y responsable de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Málaga. Es especialista en delitos de odio y acoso escolar y está activamente aplicada con la lucha de los derechos LGTBI+.
¿Cómo empezaste a trabajar por la defensa de los derechos de la comunidad LGTBI+?
Era una época de mi vida donde todavía estaba en el armario. Tenía una pareja y llevábamos mucho tiempo de relación, pero estaba muy agobiada por no poder hacerlo público. Busqué sitios donde ir y a gente con la que poder compartir nuestra diversidad. Así me encontré con la Asociación Ojalá de Málaga. Al principio no me involucré y, de hecho, estuve un tiempo sin ir. Pero en 2012 volví y la asociación estaba a punto de desaparecer: había poca gente y tenían otras prioridades. Al final me quedé yo sola. Pensé que Ojalá no podía desaparecer porque hacía falta. Las asociaciones LGTBI+ hacen falta. Así que decidí seguir yo sola. Durante poco más de un año, Ojalá era yo sola.
Lo primero que hice fue que la gente pudiera contactar con Ojalá, así que puse mi teléfono en la web. Organizaba actos y otras actividades, pero lo hacía sola. En 2015 organicé un cinefórum sobre infancia trans. Entonces me llamó un chico que estaba haciendo un podcast para saber si le podía facilitar contactos. Le animé a que viniera al cinefórum y que le presenté a la gente. Poco después, este chico también pasó a formar parte de Ojalá.
¿Qué apoyos has recibido de tu entorno personal y profesional en tu lucha contra la LGTBIfobia?
De mi hermana siempre he recibido mucho apoyo en todos los sentidos. De mis padres también, aunque no es que hable mucho de este tema. Cuando se suponía que debía salir del armario y tener LA conversación con mis padres no la tuve porque me costaba mucho y no quería pasar un mal rato.
Un compañero me contó que él tampoco había tenido la conversación. Su hermano era heterosexual y nunca se había sentado con sus padres para decirles que tenía novia. “¿Por qué tengo que tenerla yo?”, decía. Así que me acogí a su discurso.
Considero que la orientación sexual no es personal porque tiene que ver no solo con la esfera privada sino también con el ámbito público, con las relaciones sociales. Igual que las personas heterosexuales hablan de sus parejas, se demuestran afecto en público , también las personas LGTBI queremos hacerlo sin que eso nos suponga ningún tipo de inconveniente.
Decidí hacer mi vida sin tener esa conversación con mis padres que a mí me costaba un trabajo y quizá a mis padres también. De todos modos, quien quiera tenerla, que la tenga.
De todos modos, mis padres saben que soy lesbiana. ¡Hasta he salido en la tele! En el Colegio de Abogados de Málaga soy visible y organizo jornadas, formaciones y actos que tienen que ver con la diversidad sexual, de género y familiar. El año pasado organizamos el primer Orgullo y colgamos la bandera arcoíris.
¿Y detractores?
Supongo que los habrá, pero a mí a la cara no me lo han dicho.
¿Por qué decidiste especializarte en delitos de odio?
En la carrera se estudia Derecho Penal, pero no se estudian los delitos de odio en profundidad. Empecé a interesarme por este tema que está muy relacionado, desafortunadamente, con el activismo LGTBI. Quería conocer más, saber la problemática y la jurisprudencia existente. Esto sería en 2013 y hasta ahora. He estado estudiando y escuchando mucho. Siempre que me invitan a algunas jornadas para dar una charla, procuro estar todo el día para aprender y tener una visión más amplia.
¿Has sufrido algún delito de odio en primera persona?
La verdad es que no, aunque es cierto que soy despistada y no me doy cuenta. Un día iba con una pareja que tenía de la mano en Madrid. Estábamos cruzando una calle en Atocha y se ve que una señora nos llamó guarras. Yo no me había enterado, pero mi pareja sí. Aparte de eso, he tenido la suerte de que no me ha pasado nada.
¿Qué casos suelen llegar a la comisión de Derechos Humanos de la Abogacía de Málaga?
Hay de todo. Los casos que nos llegan, sobre todo, son a través de entidades. Trabajamos en red con entidades del tercer sector como, por ejemplo, de derechos de las personas gitanas, de las personas con discapacidad. Sobre todo piden asesoramiento, formación e información. Por este motivo solemos organizar jornadas abiertas a toda la ciudadanía para el asesoramiento y formación.
¿Recuerdas algún caso que llevaste sobre acoso o delitos de odio que te conmoviera personalmente?
Para mí, los más duros son los casos de acoso escolar por ser una persona LGTBI+ porque se trata de personas jóvenes, de personas pequeñas. Lo más grave, sin duda, es la agresión física, pero no podemos olvidar que las agresiones verbales también causan mucho daño psicológico.
Hace un tiempo redactaste una guía para víctimas de delitos de odio para el Ministerio de Igualdad. ¿Puedes contarnos brevemente qué debe hacer alguien que ha sido víctima de LGTBIfobia?
Lo más importante es, si se puede, llamar a la policía. Puede ser que esté cerca o venga rápido para poder detener a los agresores y/o tomar los nombres de los testigos.
Si por lo que sea no se llama a la policía, si hay testigos que quieren colaborar, es necesario coger sus nombres y direcciones.
Si has sufrido una agresión es muy importante que veles por tu salud y vayas al Centro de Salud para que te hagan las curas , allí debes hacer constar que has sufrido una agresión por ser LGTBI para que conste en el parte de lesiones que el centro de salud remitirá al juzgado de guardia.
Una vez hecho esto, puedes ir a denunciar a cualquier cuerpo de policía como al juzgado de guardia, que están abiertos 24 horas. Se puede denunciar verbalmente y por escrito. Sobre todo: antes de firmar, hay que leer bien la denuncia. Si se denuncia incorrectamente, la parte contraria lo puede usar en tu contra en el juicio. También es importante pedir la copia de la denuncia. En la policía , a veces , no te dan copia , pero si te darán un resguardo de haber denunciado. Si denuncias en el juzgado de guardia , si te darán copia.
Cuando decidas presentar la denuncia, si no conoces a la persona que te ha causado el daño, lo más aconsejable es acudir a los cuerpos de seguridad porque van a intentar averiguar quién ha sido. Si conoces el nombre y apellido del agresor, puedes ir directamente al juzgado.
Recomiendo a las personas que, si están nerviosas, no vayan directamente a denunciar. Puede ir al día siguiente o al cabo de dos días, cuando estén más tranquilas. Además, la persona que sufre un delito de odio, como cualquier otra, según el Estatuto de la Víctima, puede estar acompañada en todo momento mientras interpone la denuncia y nadie se puede negar. Este derecho está para que la víctima se sienta más segura y protegida.
En la denuncia se deben hacer constar de manera clara y ordenada los hechos: cuándo te ha pasado, dónde (destacar si era un bar o zona de ambiente), qué te han dicho, qué te han hecho… Es importante destacar las palabras que te han dicho, porque si hay insultos LGTBIfóbicos, como “maricón”, “bollera” o “travelo” es un indicio de que la agresión es por tu orientación o identidad sexual.
También puedes hacer constar si la persona llevaba algún tatuaje o simbología de odio, aunque tú no la conozcas. Por ejemplo, hay gente que lleva tatuado el número 88, pero esto en realidad significa Heil Hitler. Puede ser beneficioso aportar cualquier material que pueda servir de prueba, como pantallazos de facebook, twitter, documentos, vídeos o audios.
Debemos saber que el delito de odio es el que se comete contra ti por tu pertenencia a un colectivo determinado, pero tienes que demostrar que el único motivo por el que te han agredido, humillado, discriminado o amenazado es porque eres una persona LGTBI . Te tienen que haber atacado por serlo. Puede ser que por casualidad te roben o te peguen, pero que no tenga nada que ver con tu orientación sexual o tu identidad de género. Así pues, es necesario hacer constar en la denuncia si no ha habido ningún otro motivo o conflicto personal que haya propiciado la agresión.
La policía se forma y se está formando para que no sea la víctima quien tenga que aportar toda esta información y sea ella quien pregunte directamente y poder tramitar la denuncia como delito de odio. De todos modos, que no se preocupe nadie se le han olvidado cosas, porque luego se puede ampliar la denuncia cuando te llamen para ratificarla.
Detrás de cada cifra de agresiones, hay personas. ¿Qué consecuencias puede tener la LGTBIfobia?
Aparte de las consecuencias físicas, que depende del tipo de agresión, puede llegar al asesinato o al homicidio, o puedes decidir acabar con tu vida o producirte lesiones. Es importante hablar del trauma psicológico y de las secuelas psicológicas y psiquiátricas: tener miedo de salir a la calle, miedo a expresar tu orientación o identidad sexual, no querer volver a un bar de ambiente o no querer volver a hacer tu vida normal. Hay desconfianza en todas las esferas de la vida. Incluso se puede generar un rechazo hacia tu orientación o identidad. Este tipo de secuelas, a veces, son irreparables.
¿Qué consejos darías a alguien que está lidiando con la LGTBIfobia o discriminación en su vida diaria?
Le diría que se dejara ayudar. Hay muchas entidades y muchas personas que estamos para ayudarle en los distintos ámbitos. Puede buscar ayuda en cualquier entidad que le sea cercana. Somos muchas personas y no está sola. Si no tenemos los recursos, la vamos a derivar a otra entidad que sí los tenga. Estamos muy unidas, tenemos fuerza y las entidades LGTBI+ estamos para esto.
¿Qué redes de apoyo LGTBI+ andaluzas recomiendas? ¿Por qué?
En Andalucía existen casi 70 entidades. Las recomiendo todas pero creo que las entidades pequeñas merecen una mención especial. Trabajan en entornos muy complicados, en entornos rurales donde es muy difícil ser visible. El sexilio existe porque hay personas que quieren vivir su vida en libertad. Son estas organizaciones las que promueven que haya charlas, banderas LGTBI+ en los ayuntamientos… Además, a estas entidades acuden personas muy diferentes, que quizá no saben mucho sobre diversidad sexual y de género y se acercan con cariño y respeto con la voluntad de aprender. Evidentemente, sin desmerecer a las entidades grandes, las pequeñas me parecen dignas de admiración.
¿Cómo has visto evolucionar la situación de la comunidad LGBTI+ a lo largo de los años?
A pesar de que todavía falta, creo que hemos mejorado. Puede resultar muy simple, pero cada vez veo más parejas de chicos y chicas de la mano, sobre todo de gente joven que muestra su afecto en público y visibiliza su orientación sexual o su identidad de género igual que lo hacen las personas cisheterosexuales. Han tenido más apoyo, visibilidad y referentes. Yo no sabía donde había entidades LGTBI+ y es cierto que las redes sociales han facilitado mucho las cosas. De todos modos, siempre se puede ir a mejor.
Has participado en la elaboración de la actual Ley trans y LGTBI+. ¿Algunas personas alegaban falta de seguridad jurídica, ¿cuál es tu opinión al respecto?
La verdad es que no sé por qué hablan de la falta de seguridad jurídica. La ley ha pasado por muchos filtros: se ha trabajado desde la parte activista y jurídica. Además, ha pasado por todos los técnicos y técnicas del Congreso de los Diputados. Imagino que pueden referirse a la autodeterminación, pero está todo bastante claro en la ley.
También pueden referirse al fraude de ley. El fraude de ley no tiene que estar expresamente explícito en la Ley Trans y LGTBI+ porque ya está en el Código Civil. Se afirma que cuando se usa una ley con un fin distinto para el que se ha creado, es un fraude de ley y, el acto que se haya realizado en fraude de ley es nulo.
¿Cuáles crees que son los bulos sobre la Ley trans y LGTBI+ que más daño han hecho al colectivo?
Sobre todo, la parte referente a las personas trans. Al final, se conoce como “la ley trans”, pero abarca a todas las identidades y orientaciones. Me ha parecido muy duro y perjudicial como los detractores se han querido centrar en los menores trans para crear alarma social.
¿Cuáles crees que son los mayores desafíos que enfrentan en la actualidad?
El pleno respeto de toda la sociedad. Es necesario respeto, ya no por ser LGTBI+, sino por ser persona. Necesitamos que esta igualdad legal que estamos consiguiendo se traduzca en igualdad real en todos los ámbitos de la vida.